En 7° grado estuvimos trabajando durante varias clases el tema de Alimentación.

Comenzamos repasando lo aprendido en años anteriores acerca de por qué los seres vivos necesitamos alimentarnos y cuáles son los biomateriales presentes en cada uno de los alimentos que consumimos (hidratos de carbono, vitaminas, proteínas, etc.), para llegar luego a contenidos más específicos.

Por ejemplo, leímos documentos acerca del gran desarrollo que están teniendo en la actualidad los alimentos transgénicos en nuestro país y en el mundo, las ventajas y desventajas para el organismo y para el medio ambiente.

Tanto nos interesó el tema de los alimentos modificados genéticamente, que el profesor Francisco De Matteo organizó un juego de roles en los encuentros virtuales, en el cual expusimos las ideas a favor y en contra de estos alimentos transgénicos. Previamente, nos informamos leyendo varios documentos para poder participar del debate, argumentando nuestras ideas y al final del recorrido, y habiendo observado algunos videos, hicimos una votación entre “alimentos transgénicos sí” o “alimentos transgénicos no” para darle un cierre al juego.

En un paso siguiente, empezamos a involucrar a las familias en este aprendizaje. Primero, investigamos qué teníamos en las alacenas de casa y en la heladera. Registramos qué decían las etiquetas de cada uno. ¿Qué información nos brindaban? ¿Contenían aditivos? ¿Para qué se incorporan esos aditivos? Después, pasamos a preguntar a nuestros abuelos cómo era su alimentación cuando tenían nuestra edad: si la comida era casera, si se utilizaban muchos productos elaborados, si había comida “chatarra”… ¡y hasta le preguntamos si era común el delivery!

En base a una clasificación de alimentos realizada por la OPS (Organización Panamericana de la Salud), aprendimos que según su conformación será la influencia que pueden tener en nuestra salud, afectándola si consumimos demasiados alimentos elaborados. A partir de todo lo que fuimos aprendiendo y conociendo, registramos en un cuadro de que consumimos en casa durante una semana en el almuerzo, la merienda y la cena, para comentar en el cierre del trabajo.

Un paso siguiente fue relacionar este tema de la alimentación con la ESI (Educación Sexual Integral), reflexionando acerca de los trastornos de alimentación y los estereotipos de belleza. Leímos textos acerca de bulimia, anorexia, obesidad y desnutrición y compartimos nuestras opiniones sobre la influencia que tienen los medios de comunicación, la publicidad y los/las “influencers” en nuestra alimentación y en la construcción de los estereotipos de belleza.

Finalmente, y como gran cierre de este proyecto, convocamos a todas a las familias a participar de una clase abierta, en la que recuperamos todo lo que fuimos trabajando en el recorrido. Fue un encuentro sumamente participativo, en el que compartimos ideas y costumbres de cada familia, cómo cambió la alimentación a través del tiempo y, como era lógico en este contexto de pandemia y aislamiento en que estamos viviendo, también comentamos cómo afectó y cambió los hábitos de las familias…afortunadamente, de forma positiva en la mayoría de los casos.

Cerrando la reunión, pudimos compartir algunos acuerdos, consejos y hábitos para comenzar o seguir manteniendo una alimentación saludable en cada uno de nuestros hogares.

¡Agradecemos a todas las familias que con tanto entusiasmo participaron de la actividad!

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